Crónica del viaje a Vilanova i la Geltrú

Eran las 8 de la mañana del sábado 29 de octubre cuando partió nuestra expedición. Dos autobuses, uno con la juventud y un baturro y otro con “la juventud” de […]
1 Nov, 2011

Eran las 8 de la mañana del sábado 29 de octubre cuando partió nuestra expedición. Dos autobuses, uno con la juventud y un baturro y otro con “la juventud” de espíritu partimos hacia nuestra aventura por tierras catalanas. Durante el trayecto aprendimos cosas como que en esas tierras los autobuses no pueden poner películas, y tuvimos una sesión matinal de “La vida de Brian” antes de atravesar sus lindes.

Tras el preceptivo almuerzo y juegos varios en el autobús llegamos a Vilanova. Reparto de habitaciones y empezamos a correr: comida, subir a cambiarse (con algunas sorpresas de vestuario) coger los autobuses… total: una hora de retraso conforme al horario previsto por la banda Mestre Montserrat de Vilanova. Aun así llegamos a su escuela, magníficas instalaciones, y de allí partimos hacia el teatro principal, un teatrito muy cuco y en cuyo escenario pasamos calores. Afinamos, hicimos foto oficial junto a la banda anfitriona y la de Belesar (Vigo) y enseguida a tocar. El auditorio era bastante seco pero aún así la banda sonó muy bien (el repertorio: “Overture to a New Millenium”, “Trips” y “Viva Teruel”, lo tenemos ya muy dominado). La banda de Belesar nos sorprendió con su buen hacer y sus solistas de gaita y, sobre todo, con Rubén Simeó a la trompeta, que nos dejó boquiabiertos con su interpretación de “las Macarenas”. Tras la entrega de recuerdos (entre presidentes y directores parecía el día de Reyes) el concierto acabó con la banda anfitriona, Mestre Montserrat de Vilanova i la Geltrú.  Para los más veteranos fue agradable volver a escuchar “Oregon” de Jacob de Haan, obra que pasó mucho tiempo en nuestros atriles hace unos años.

Tras el trabajo, y la vuelta a la escuela de música en un ambiente entre de pasacalles y charanga, nos dirigimos con los autobuses al centro cívico donde nos ofrecieron un espectacular vino español (no sé si allí lo llaman así). De camino al mismo el conductor del autobús 2 (juventud, divino tesoro) estuvo gestionando contactos con la juventud gallega, pero no fraguaron demasiado, otra vez será. Volviendo a la cena, la mayoría de nuestros músicos la abandonaron junto con los autobuses antes de que saliesen los postres y algunos de nuestros músicos diesen pruebas de su buen hacer con el folclore regional (jotas y demás cánticos). Este grupo de elegidos tuvo que volver luego al hotel a pie, siguiendo las indicaciones de un GPS que insistía en llevarlos por campos de naranjos. Afortunadamente, llegaron todos sanos.

La noche cada uno la disfrutó como pudo, desde acercándose a la playa hasta en un piano-bar, pero todo el mundo comportándose de manera razonable (ejemplo para futuros viajes).

A la mañana siguiente, mientras algunos probaban el agua de todas las fuentes de “La Geltrú”, visitamos con nuestro anfitrión Ernest y sus dos compañeras, los lugares más relevantes del casco antiguo. Tras esto, breve viaje hasta Sitges donde disfrutamos  de sus playas y casco antiguo. Cada uno comió donde pudo o quiso (algunos realmente bien) y tras una tranquila sobremesa arrancamos el viaje de vuelta. Mientras el autobús de la juventud física dormía plácidamente la siesta, el autobús de la juventud de espíritu daba buena cuenta de los regalos espirituosos recibidos.  Una vuelta agradable, con Grease en versión original, y llegada a Teruel con la mente puesta ya en un próximo viaje. Quizás Paris…

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